Franc Corbí es consejero de Estado de Educación y vicepresidente de la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada (Acade) S
Saber Historia es una necesidad para recordar y entender la evolución del ser humano. Es sorprendente cómo se repiten muchos patrones durante los miles de años que llevamos como civilización…y entre estos patrones está el de las grandes crisis como oportunidad de generar una revolución que, visto con perspectiva histórica, se ha entendido como necesaria para evolucionar y generar prosperidad, para reinventarse las sociedades, las culturas, las organizaciones y las civilizaciones.
Esta crisis que estamos viviendo, en mi opinión, es una de ellas. Es una crisis que invade muchas áreas: la sanitaria, la económica, la social, la institucional,…y la educativa.
Hace un par de semanas ofrecí una conferencia en un céntrico hotel de la ciudad de Valencia para el Club Rotary y abordaba la temática de la necesidad de generar una nueva educación para el siglo XXI. Es una necesidad que todos podemos estar de acuerdo: el elevado fracaso escolar del alumnado que sufre un sistema educativo español que prima la memorización, el aprendizaje excesivamente enfocado a contenidos, el rol del maestro como líder y ejecutor de toda la responsabilidad del aprendizaje del aula, la escasez de aprendizaje experiencias prácticas y la aun más escasez del aprendizaje de competencias que van a ser las claves del éxito laboral futuro del alumno (y, en parte, del personal).
Esta crisis ha pillado también al sector educativo durmiendo, sin preparación y está forzándole a evolucionar a pasos agigantados. La educación online, las plataformas a distancia, el blended learning, los entornos de enseñanza virtual, el uso los miles de recursos digitales educativos existentes…por parte no sólo de los profesores, sino también del alumnado y de las familias acabará de realizando una alianza forzosa de una cuenta pendiente: la educación digital.
Otro aspecto es el que estamos viviendo que no es otro que el que la capa política de todos los colores se llenan la boca de “vender” a la sociedad que la educación pública está para generar igualdad de oportunidades. Una vez más se ha puesto en evidencia que esta aspiración hacia las oportunidades de los más jóvenes no es cierta y mucho menos en esta crisis. Mientras la enseñanza privada ha movido ficha rápidamente y muchos centros educativos sencillamente han continuado activando las plataformas digitales que ya utilizaban, otros han apostado por plataformas online de última generación para realizar las clases en directo, la enseñanza pública no ha movido ficha. Porque el problema no está sólo en las tecnología aplicadas (hay muchas plataformas totalmente gratuitas) sino en la escasa formación y práctica en la educación digital del profesorado funcionarial y las escasez de eficacia de una administración pública que camina lenta y torpe ante situaciones excepcionales.
Espero que tras la crisis no solo la transformación digital llegue a todos nuestros centros educativos, sino que produzca un movimiento colectivo de todos los sectores pidiendo una educación que forme y avalúe en SABER HACER, que forme en aquellas competencias que son requeridas para un futuro laboral prometedor, y que potencie las emociones que hagan que un alumno disfrute su aprendizaje. La irrupción de las nuevas tecnologías va a permitir en parte eso, otra cosa es si el marco normativo elegido por nuestros representantes políticos lo fomente, lo permita y lo valore.
Como dijo Jean Omer Monnet “Las personas sólo aceptan el cambio resignados por la necesidad y sólo ven la necesidad durante las crisis”. Solo espero que aprendamos de ésta y ante el espectáculo de la necesidad del cambio educativo. Hagámoslo, pidámoslo, exijámoslo.