La Selectividad, oficialmente conocida como EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad), encara un cambio clave para garantizar una mayor igualdad de oportunidades entre los estudiantes de toda España. Desde este mismo curso, un grupo de 550 expertos, designados por las universidades públicas, trabajará de manera conjunta para hacer más homogéneas las pruebas a partir de 2026.
El objetivo es claro: reducir las diferencias existentes entre comunidades autónomas y asegurar que, independientemente del lugar donde estudien, los alumnos se enfrenten a exámenes que mantengan criterios similares en cuanto a estructura, nivel de dificultad y corrección. Esta demanda, que durante años ha estado sobre la mesa, cobra ahora fuerza en un momento en el que se busca reforzar la equidad en el acceso a los estudios superiores.
El encargo de coordinar esta labor recae en la Comisión Organizadora de la Prueba de Acceso a la Universidad (COPAU), que aglutina a representantes del Ministerio de Educación, las comunidades autónomas y las universidades. A través de grupos de trabajo especializados por materias, estos 550 docentes y académicos trabajarán en el diseño de modelos de examen, criterios de corrección y orientaciones comunes.
La decisión llega tras años de quejas sobre las grandes diferencias que existen entre comunidades a la hora de evaluar a los estudiantes de Bachillerato, una disparidad que impacta directamente en las notas de corte y en las posibilidades de acceder a determinadas carreras universitarias. No es extraño que, hasta ahora, alumnos con expedientes brillantes en unas regiones hayan tenido dificultades para entrar en los mismos grados que otros con calificaciones más modestas en territorios donde los exámenes eran menos exigentes.
Con esta medida, se pretende avanzar hacia una Selectividad más justa, que ofrezca garantías de equidad y que permita que el mérito académico sea comparable entre todo el alumnado, sin importar dónde se haya cursado el Bachillerato.
Aunque la propuesta de reforma de la Selectividad de 2026 ha ido perdiendo parte de su ambición inicial, con la retirada de cambios tan significativos como la prueba de madurez, este nuevo paso centrado en la homogeneización de exámenes refuerza el compromiso del sistema universitario español por mejorar la calidad y la equidad del proceso.
Además de garantizar esa armonización de pruebas, los expertos también trabajan para que la nueva Selectividad mantenga una estructura clara y previsible, reduzca la carga de estrés sobre el alumnado y refleje con precisión los conocimientos adquiridos durante la etapa de Bachillerato.
A partir de 2026, si el calendario se cumple, los estudiantes que se enfrenten a la EBAU lo harán bajo modelos de examen más similares en todo el territorio nacional. Una reforma que no solo busca mejorar el acceso a la universidad, sino también lanzar un mensaje claro: en educación, la igualdad de oportunidades debe ser una garantía real, no un ideal pendiente.