El uso creciente de herramientas de inteligencia artificial (IA) por parte de menores plantea nuevos retos sociales y educativos. Según datos de la plataforma de seguridad online Qustodio, uno de cada cinco menores de entre cuatro y dieciocho años utilizó aplicaciones de IA generativa en el último año. Sin embargo, el acceso temprano y sin orientación a estas tecnologías puede derivar en prácticas dañinas, como la creación de imágenes falsas o «deep fakes» con fines abusivos.
Un ejemplo alarmante de esta problemática es el uso de aplicaciones de IA por parte de adolescentes para generar pornografía falsa utilizando los rostros de compañeras de clase. Este fenómeno, detectado en localidades como Almendralejo (Extremadura), Huelva y Madrid, no solo afecta a la privacidad de las víctimas, sino que perpetúa desigualdades de género y expone a las jóvenes a acoso y daño emocional.
El impacto de la IA en la adolescencia
Para Milagros Sáinz, investigadora del grupo Género y TIC (GenTIC) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), las herramientas digitales y la IA son una extensión de las desigualdades de género existentes. Las adolescentes son especialmente vulnerables, ya que enfrentan presiones estéticas y ataques sexistas en redes sociales, donde buscan validación social y enfrentan algoritmos que refuerzan estereotipos de género.
“Desde el primer momento en que los jóvenes acceden a estas tecnologías, están expuestos a contenidos condicionados por algoritmos. Esto no solo perpetúa discriminaciones, sino que también afecta su autoestima y bienestar emocional”, advierte Sáinz.
Educación en bienestar digital
Ante estos desafíos, Sáinz subraya la importancia de educar a los adolescentes en bienestar digital, promoviendo un uso ético, crítico y equilibrado de las herramientas tecnológicas. En colaboración con la asociación EduAlter y el proyecto RETO, ha desarrollado materiales educativos dirigidos al profesorado, con enfoque en la perspectiva de género.
El objetivo es empoderar a los jóvenes para que sean conscientes de los riesgos asociados a la tecnología, evitando prácticas como compartir contraseñas o contenidos sensibles, y fomentando la reflexión sobre el impacto de los algoritmos en sus decisiones. “Como no dejarías pasar a un desconocido a tu casa, tampoco deberías permitir que acceda a tu identidad digital”, resume la experta.
Un enfoque integral en las aulas
El material educativo no solo busca proteger a los adolescentes, sino también prevenir la exclusión social y los ciberataques, que afectan mayoritariamente a las chicas. Según un informe del Instituto de las Mujeres, ocho de cada diez jóvenes han sufrido acoso en redes sociales, en muchos casos motivado por razones sexistas.
“Es crucial que las aulas sean un espacio para cuestionar los estereotipos, enseñar prácticas seguras y fomentar el bienestar emocional de los jóvenes”, concluye Sáinz. Este enfoque integral es clave para que los adolescentes enfrenten los retos del entorno digital y se conviertan en usuarios responsables y críticos de la tecnología.