SALVA RODRÍGUEZ | @salvaroj
LA OPINIÓN DE. . . SALVA RODRÍGUEZ
Salvador Rodríguez Ojaos, pedagogo, blogger El Blog de Salvaroj, formador y asesor en innovación educativa, creatividad, educación emocional y educación en valores. Su larga experiencia cen educación comienza como profesor de Magisterio en la Universidad de Barcelona, también ha sido docente de cursos de posgrado y maestro de Educación Física en Primaria. En la actualidad es asesor pedagógico en el ámbito editorial y acaba de publicar su primer libro: “La educación que deja huella (y no cicatrices)” de Ediciones de Fábula. En La Opinión De… nos habla de cómo afrontar los cambios que se dan en el ámbito de la educación.
Debo reconocer que no me gusta nada la creciente tendencia de que, para proponer “algo nuevo”, se critique sin tregua y se desprecie todo lo que se ha hecho anteriormente. Suele hacerse a la ligera, sin contrastar ni evaluar resultados, sin comparar metodologías, sin valorar que no existen fórmulas mágicas ni recetas infalibles. Esto sucede con demasiada frecuencia en el mundo de la educación.
Del mismo modo, me molesta la actitud contraria, demasiado arraigada entre ciertas personas, de negarse a aceptar cambio alguno. La resistencia al cambio se produce principalmente porque las innovaciones llegan desde fuera de la zona de confort de los docentes, lo que produce rechazo.
Henry Ford, el famoso empresario automovilístico, decía que “Si le hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido”. Para mejorar nuestra forma de enseñar hay que tener una actitud proactiva, una tendencia a evaluar en todo momento si se está consiguiendo nuestro objetivo, un espíritu permanente de mejora.
Pero para innovar en educación, es decir, para cambiar metodologías, procesos, formas de hacer y evaluar de forma que mejore el aprendizaje de los alumnos o se dé respuesta a nuevas necesidades, hay que conocer el saber pedagógico que hemos heredado. No vale hacer borrón y cuenta nueva, hay que partir de la experiencia acumulada de años y años.
Al mismo tiempo, aunque la educación tiene mucho que ver con el conocimiento que la humanidad ha ido desarrollando, esto no debe ser utilizado como argumento para seguir enseñando como se ha hecho siempre, al contrario.
El propósito de la educación escolar es conseguir que las personas tengamos la voluntad y la capacidad de aprender en todo momento y circunstancia. Es evidente que para conseguir este propósito es necesario que los docentes tengan un buen conocimiento de la materia que imparte; pero, al mismo tiempo, hay otros aspectos tan o más necesarios: el conocimiento de los estudiantes, el conocimiento de cómo se enseña y el conocimiento del contexto en el que se enseña.
La educación está cambiando, eso es una realidad indiscutible, y debemos decidir qué actitud tomamos: ¿me adapto porque mejora mi labor como educador o me lamento porque estos cambios me incomodan al obligarme a cambiar mi forma de enseñar? Tú decides.