La imposición del tribunal de la Inquisición fue un factor de “castellanización” de Cataluña en los siglos XV y XVI, de acuerdo con los libros de Lengua Catalana y Literatura que se estudian en bachillerato en Baleares.
La Inquisición, tal y como se presenta en un cuadro cronológico de los libros de texto, traslada la idea de que la Inquisición se instaura por primera vez en Cataluña y Aragón con los Reyes Católicos, cuando en realidad esta institución existía en Aragón desde 1231, y la hace ver como una creación castellana.
En ellos se afirma también que los tribunales de la Inquisición empleaban en sus procesos el castellano, lo que influyó en el crecimiento de esta lengua en Cataluña, en detrimento del catalán. En época de los Reyes Católicos, “los inquisidores castellanos se saltaban los límites jurisdiccionales de los derechos forales de los límites de la corona de Aragón e instruían procesos en los que solo se usaba el castellano”.
“La explicación es disparatada”, señala un informe de 170 páginas sobre adoctrinamiento nacionalista en los libros de texto de Lengua Catalana y Literatura de Primero y Segundo de Bachillerato, elaborado por la Sociedad Civil Balear, en colaboración con profesores de la plataforma Plis Educación. “Los procesos de la inquisición eran secretos, por lo que no podía ser un agente de expansión del castellano, en todo caso, el hecho debería explicarse en sentido contrario: si la Inquisición hacía sus procesos en castellano sería porque el castellano se conocía por amplias capas de la población”, abunda el informe.
Otra de las afirmaciones que aparecen en los libros es que “durante el siglo XV el catalán fue la lengua habitual de la corte pontificia“. Para los responsables del análisis esta es una de las “afirmaciones más vergonzantes, indigna de aparecer en un libro de primero de bachillerato”. En primer lugar, subrayan, porque los papas Borgia en los que se sostiene la afirmación, Calixto III y Alejando VI, valencianos naturales de Xàtiva, suman entre ambos apenas once años de papado.
Además, califican de “excesivo” decir que el catalán, o más concretamente valenciano, como así se llamaba, fuera la lengua habitual de la corte pontificia, “por la sencilla razón de que el latín era la lengua en la que se redactaban todos los documentos papales y en la que se entendían los miembros de las cortes papales, procedentes de toda Europa”.
El informe de la Sociedad Civil Balear, heredera de la Sociedad Civil Catalana, denuncia que “el nacionalismo político, catalanista, es la ideología dominante en casi todas las manipulaciones” de los libros analizados. Todos de las editoriales Anaya, Vicens Vives y Santillana. Los “libros de texto ideologizados en el marco nacionalista” son los más atractivos para los profesores de Lengua Catalana de Baleares, porque están “fuertemente ideologizados en el marco nacionalista”, denuncian.
Los libros recogen una “sociología del lenguaje”, llamada con ligereza “sociolingüística”, adaptada al patrón nacionalista, explican, “basada en los principios, presentados siempre como axiomáticos, del conflicto entre lenguas, del mito del bilingüismo, de la lengua propia e identitaria que se minoriza, y de la necesidad de planificación lingüística desde la política”.
Según el informe, los objetivos de las manipulaciones serían, entre otras, identificar Baleares con Cataluña y con el marco lingüístico del catalán, afirmar el “espíritu nacional” de los territorios de habla catalana, ofrecer una visión victimista de Cataluña y de la lengua catalana, y ajustar artificialmente unos hechos históricos a un marco nacionalista.
Así por ejemplo, se dice que el catalán ha sido lengua “oficial” desde la Edad Media, trasladando un concepto político reciente, “lengua oficial”, a tiempos pretéritos en que ni remotamente existía tal concepto. También se convierte la poesía lírica de la Edad Media, escrita hasta el XV en occitano o provenzal, en poesía catalana, “que hizo de Cataluña la maestra de las artes de toda Europa”, según pone en los libros y se subraya en el informe.
La lengua catalana se sentimentaliza, explican, y se convierte en exclusiva nacional, aplicándosele el posesivo “la nostra”, excluyendo, por lo tanto, del sentimiento y de la identidad a la otra lengua oficial, el castellano, aunque sea lengua materna de la mayor parte de los baleares, y por lo tanto, de los alumnos.
El patrón de la lengua perseguida, general en todos los libros analizados, consiste en presentar siempre a la lengua catalana, a partir del siglo XV, como una lengua perseguida o marginada por el poder, que utiliza el castellano como elemento de opresión, y a los catalanohablantes como héroes que han resistido durante siglos una persecución continuada y siempre en aumento.
Existe, según el análisis, un patrón de aristocratismo del castellano, que consiste en negar repetidamente el conocimiento del castellano por las clases populares de Cataluña, Valencia y Baleares, y reducirlo a una lengua introducida en la corte y alta cultura. “No se plantea ni como hipótesis que una lengua pueda introducirse en un pueblo, en mayor o menor medida, crecer y llegar a dominar por una cuestión de utilidad, porque esa lengua sirva de lengua común con otros pueblos limítrofes con los que establece lazos económicos, comerciales, políticos, etc”, apuntan.
Otro de los aspectos más llamativos es lo que llaman “bucle melancólico” de la castellanización. Así se dice que en el XV, los Trastámara comienzan la relegación del catalán, que hasta entonces era la lengua administrativa; pero resulta que en el XVI, Felipe II relega el catalán, que hasta entonces, es decir, con los Trastámara, era la lengua administrativa; para seguidamente en el XVII, el resto de los Austrias, relegar de nuevo el catalán, que hasta entonces, es decir, durante el reinado de Carlos I/V y Felipe II, era la lengua administrativa; hasta que por fin en el XVIII, los Decretos de Nueva Planta relegan el catalán, que hasta entonces, es decir, durante los Austrias, era la lengua administrativa. “Es decir, constantemente se afirma lo uno y lo contrario, que el catalán deja de ser lengua administrativa en un siglo y que sigue siendo lengua administrativa en el siglo siguiente para dejar de ser lengua administrativa, y así sucesivamente”, apuntan.
Dos libros analizados de la editorial Anaya afirman que en la Constitución de Cádiz, las lenguas autóctonas estaban prohibidas o siguieron prohibidas. Algo que el informe califica de “falso, ya que no hay ninguna disposición en la constitución de Cádiz que diga tal cosa ni que se pueda interpretar como que se da continuación a prohibiciones anteriores”.
Como suele ser habitual en todos los textos analizados, la Corona de Aragón se convierte en “Confederación catalanoaragonesa” o “Monarquía catalanoaragonesa”, y los reyes de Aragón, en reyes de Cataluña. Se llega a denominar a Jaume I, literalmente, rey catalán. “Es totalmente inapropiado llamar a un rey catalán, porque fue rey de Aragón, nació en Montpellier (Occitania) y se crió en Monzón, siendo, además, su padre Pedro II, nacido en Huesca y criado en Huesca y siendo su abuelo Afonso II, nacido en Huesca. Hablar catalán no hace que un rey sea catalán, y menos cuando en la corona de Aragón, especialmente en Baleares y Valencia, convivieron, en tiempos de Jaime I, el catalán, el aragonés, el occitano, el mozárabe y el árabe, además del latín”.
En algún texto también se afirma que el Liber Elegantiarum fue el primer diccionario impreso en lengua romance, en 1489. Cuando según el informe de SCB y los profesores de PLIS, que luchan contra el adoctrinamiento en las aulas de Baleares, fue el “Vocabulaire francés”, editado por Loys Garbin, en Ginebra el 1487. Hay que tener en cuenta además, explican, que la primera imprenta en España data de 1472, en Segovia, siendo su impresor Johannes Párix.
En uno de los libros se llega hasta a “parodiar” la influencia del castellano en el catalán a la hora de poner ejemplos. De los galicismos que se encuentran en el catalán se selecciona jardí (jardín) y beixamel (bechamel). De los italianismos, carnaval y piano. De los anglicismos fútbol y camping. Pero los únicos tres ejemplos seleccionados del castellano son “claramente peyorativos”, según el informe: bàndol (banda, grupo de personas que se enfrenta a otras), avorrir-se (aburrirse) y borratxo (borracho).