GERALDINE J.LANGE RODRÍGUEZ | @geralange
LA OPINIÓN DE. . . GERALDINE J.LANGE RODRÍGUEZ
Nacida en Caracas, Venezuela, su actual país de residencia. Licenciada en Educación Ciencias Sociales por la UCAB de Venezuela. Máster en Dirección de Centros Educativos en la Universidad Complutense de Madrid, España. Diplomada en Pedagogía Sistémica y Máster en Pedagogía Sistémica en la Universidad Dr. Emilio Cárdenas en México. Terapeuta Familiar Sistémica Instituto Asgard (Venezuela). En la actualidad es Coordinadora Académica de Bachillerato y da terapia en consulta privada a niños, adolescentes, adultos y parejas. En LA OPINIÓN DE… Nos habla sobre aplicar el amor, el apoyo y la atención en las aulas, tanto en docentes como en alumnos, para conseguir un efecto armonioso que incide directamente en la forma de enseñar y de aprender.
Una de las dinámicas escolares que pueden resultar más complicadas de mantener en equilibrio son las relaciones armoniosas entre los diferentes grupos que hacen vida en el colegio (directivos, maestros, padres y representantes, personal administrativo y estudiantes). Es un punto al cual hay que prestarle la atención suficiente porque su adecuado manejo y desarrollo va a permitir que tengamos centros educativos más amorosos, en donde cada una de las partes encuentre un espacio en el cual se sienta identificado e incluido, lo que le va a incidir favorablemente en su desempeño laboral y/o escolar.
Para que esto se logre, los directivos de las instituciones educativas podemos trabajar determinados órdenes con los miembros de nuestra comunidad escolar tomando en consideración los siguientes aspectos:
En primer lugar, tener presente que cada persona que hace vida en el colegio pertenece a un sistema familiar, esta es una condición inalienable e incuestionable y nunca dejamos de pertenecer a este sistema primario y sus dinámicas particulares y en base a él vamos a actuar en otros ámbitos o espacios de nuestra vida.
A través de lo que nos hace pertenecer a nuestra familia aprendemos a pertenecer a otros grupos y sistemas. Es por ello que dentro de nuestras escuelas, debemos observar muy bien cuando un docente o un alumno no se adaptan al grupo o a la institución, le cuesta integrarse a los demás o se siente rechazado por sus compañeros, lo más probable es que este sentimiento provenga de alguna situación familiar, de la cual nos tenemos ocupar.
Aunado a esta atención minuciosa, la cual la podemos abordar a través del departamento de orientación de nuestros centros, también tenemos el deber de trabajar el sentido de pertenencia de todos los miembros, sin embargo, en este artículo nos centraremos en los estudiantes y educadores de la institución. Algunas recomendaciones que pueden servir para fortalecer la pertenencia son:
- Desde el primer momento que se incorporan al equipo de trabajo de la escuela la persona debe ser informada del funcionamiento del centro, esta labor la debe llevar a cabo quien dirige el colegio y lo debe hacer de manera individual.
- Se le debe entregar al nuevo miembro el manual de convivencia del colegio, los manuales de procedimiento, ideario y demás material que le permita al trabajador o estudiante conocer los mecanismos de funcionamiento y desempeño dentro de la escuela.
- Realizar reuniones de bienvenida en las que participe todo el equipo educador.
- Reconocer el trabajo de los docentes y respetarlos como personas y profesionales.
- Involucrarlos en los proyectos y actividades.
- Tomar en cuenta sus propuestas e ideas y darles todo el apoyo para realizarlas.
- Respetar el estilo propio de cada trabajador, en relación a como hace las cosas.
En relación a los estudiantes, hay que hacerles sentir parte de la institución independientemente de su rendimiento académico o de su conducta. Los maestros debemos tratar a todos por igual, sin preferencias ni exclusiones hacia ellos. Un alumno siente que pertenece, en la medida que se le permite participar en las actividades, es escuchado, tomado en cuenta ante sus opiniones y lo respetamos. Tenemos que ir cambiando esa mirada, en la cual le damos toda la atención a los estudiantes brillantes, teniendo hacia ellos preferencias, lo que nos lleva a tender a dejar un poco de lado al que no cumple con los estándares de los que consideramos las maravillas académicas.
Todos los chicos son dignos de ser atendidos y tomados en cuenta, considerando que cada uno tiene niveles de rendimiento de acuerdo a sus capacidades y habilidades, situación que también debemos considerar a la hora de evaluar. Un estudiante que se siente valorado, miembro de su clase y de su escuela, va a generar un mejor rendimiento académico, reto ante el cual los docentes tenemos una gran responsabilidad que nos compete asumir de manera directa. Es por ello que debemos trabajar a través de intervenciones pedagógicas y terapéuticas con el niño rechazado o con el que se aísla, realizando dinámicas en pro de su integración e incorporación con el resto de los integrantes de la clase. De igual manera debemos canalizar cada uno de los casos que se nos puedan presentar a diario y que denoten una señal de exclusión de la persona a la dinámica escolar.
En el sistema organizacional, todos los miembros tienen el mismo derecho de pertenecer y dicho derecho supone la obligación de realizar un esfuerzo de apoyo para conservarlo y renovarlo. En el momento que se comienza a excluir a algún miembro, ya sea ignorándolo, no manteniendo la misma comunicación que estableces con los demás o sacándolo de su trabajo de manera inadecuada, este excluido será representado por otro integrante del sistema. Ejemplo de esto, es cuando un docente se va de la institución y sale de ella disgustado con la misma, cuando no realiza un cierre armónico con el centro, se va molesto y herido, al poco tiempo nos volvemos a encontrar con otro educador que comienza a tener comportamientos o formas de trabajo muy parecidas a aquel que se fue o sacamos de mala manera. De igual forma ocurre con los chicos, cuando expulsamos a un alumno sin un trabajo previo de concientización, de apoyo y de mejora, al tiempo vamos a tener a otro estudiante que nos va a recordar a ese que se fue.
En segundo lugar, dentro del centro educativo debe estar muy bien definido el rol y el lugar que ocupa cada una de las personas que han vida en la institución, es decir, el orden organizacional.
Tanto en la familia, como en la escuela las reglas deben estar siempre muy claras, al igual que los lugares que ocupan cada uno de los miembros del sistema; quiénes son los que ejercen el rol de padres y quiénes son los que ocupan el lugar de hijos, quiénes son los maestros y quiénes son los alumnos. Esto es fundamental, los maestros si están bien ubicados en su rol de docentes, conseguirán muy buenos resultados con sus estudiantes.
Los niños y jóvenes no necesitan a un amigo en el maestro, es por ello que encontramos que estos profesores buena onda no funcionan, porque inmediatamente dejan de ocupar su lugar, para colocarse en el puesto de los estudiantes, de igual a igual, es allí cuando nos encontramos en las aulas profesores permisivos en el incumplimiento de los deberes escolares, desordenados y con estudiantes que a la hora de la verdad no los respetan ni prestan atención a sus indicaciones, por lo contrario, el estudiante también se sale de su lugar, porque el educador permite que sobrepase los límites y este comienza a hacer lo que mejor le parece, llegando algunos hasta ejercer un liderazgo sobre el grupo, al cual terminan dirigiendo, quedando el profesor prácticamente desplazado en su autoridad docente.
Nadie ocupa el lugar de alguien, si ese lugar ya está ocupado»
En cuanto a la jerarquía dentro del equipo educador, los directivos escolares, deben tener muy en cuenta que quien lleva más tiempo como maestro va a tener prioridad. Por otro lado, los que ostentan una jerarquía más alta, en el sistema organizacional, siempre deben reconocer a los que estuvieron antes, porque eso les aporta muchos beneficios, ya que se pueden apoyar en dicha experiencia. Este es el caso de los equipos directivos conformados por educadores que quizás no son los que tenga más tiempo de antigüedad en el centro, ellos deben tomar a los más antiguos como asesores. Para organizar la escuela jerárquicamente, podemos considerar que hay un orden vertical y otro horizontal y los dos deben caminar de la mano.
En el colegio la jerarquía vertical, está organizada de acuerdo al organigrama del centro, mientras que la jerarquía horizontal, está referida a la prioridad dentro de las personas que ocupan el mismo cargo. Por ejemplo: dentro de los coordinadores académicos de las diferentes etapas educativas tendrá prioridad el que lleve más tiempo ocupando este cargo dentro del equipo, de igual manera sucede con los coordinadores de área y los docentes. Los más antiguos dentro de la institución serán tomados primero en cuenta para consultas, participación, entre otros. Todos tendrán los mismos derechos, pero el orden de prioridad, será diferente. Las personas que llegan nuevas a los equipos de trabajo y a los puestos docentes tienen que saber que los más antiguos siempre van a estar antes que ellos y deben mantener una actitud de respeto a lo que estaba antes.
quienes ocupan una mayor jerarquía siempre van a tener mayor responsabilidad y peso.”
En tercer lugar, debemos tener un balance adecuado entre el equilibrio de “dar y tomar”. En el centro escolar, el docente da y el estudiante toma. En cuanto a los dueños de la institución, estos van a dar los recursos necesarios para que los docentes puedan trabajar de la manera más idónea y van a proveer de lo que se requiera, para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cada instancia va dando y la siguiente tomando, hasta llegar al alumno, quien sería el último de la cadena y quien va a terminar recibiendo y tomando todas las dinámicas que se dieron en las jerarquías anteriores y con esto salir a la vida a resolver lo que le corresponda.
El orden entre “dar y tomar” es una dinámica que puede generar grandes encuentros y desencuentros entre los miembros de la comunidad escolar, cuando en las escuelas los docentes se quejan constantemente, de lo que el centro les da, manifestando disgusto, están cerrándose a tomar o recibir. Si no miran con buenos ojos al equipo directivo y a los recursos que el centro les da, su atención interna se centra en la queja y en la insatisfacción, lo que se termina traduciendo en una negativa a tomar y por lo tanto, lo que darán a sus estudiantes no será lo más productivo de esta cadena, al igual que su ánimo no será el más positivo para su desempeño docente, situación que es percibida por los estudiantes, quienes terminan por no reconocernos y por rechazar lo que le dan. Cuando cada parte da lo que tiene que dar de la mejor manera y a la vez toma y recibe de manera equilibrada, el desarrollo laboral va a ser muy armonioso, todos se van a sentir satisfechos y el trabajo se va a desplegar de la mejor manera. Pero para que esto se dé, cada uno debe ocuparse de lo que se tiene que ocupar, ser responsable y hacer lo que tiene que hacer de la mejor manera, respetando su lugar y el de tus compañeros.
En la medida que tengamos escuelas más ordenadas, en donde todos y cada uno se sienta parte de la institución y la tomen como suya, en donde cada persona desde la más pequeña hasta la más grande en edad y jerarquía conozca sus funciones y tenga internalizado su rol y lo desempeñe como corresponde, mirando a las soluciones compartidas y no a la queja constante, conseguiremos transformar la escuela en espacios armoniosos en donde la pedagogía del amor tendrá espacio y cabida. Recuerda que parte del éxito en la educación parte de la premisa que: “Cada quien en su lugar para poder educar”, Pedagogía Sistémica.