El pasado día 16 de junio se presentaba en la librería madrileña “Enclave de libros” el “Movimiento cronópico” en favor de la poesía en un acto titulado “Poesía no eres tú”.
Este nuevo “Movimiento Cronópico” -bautizado así en honor a Cortázar-, que ya tiene su propio manifiesto poético (se puede ver completo al final de este artículo), se ha conformado a partir de un clamor colectivo que deseaba recuperar el verdadero sentido y lenguaje de la poesía, en definitiva, su calidad, y reivindica, entre otras cosas, que la poesía “no se empequeñecerá ni se mutilará para adaptarse a una sociedad que nos pretende pequeños y mutilados”. No tiene que ver con la métrica ni la rima -de hecho, sus componentes son más partidarios del verso libre- sino con devolverle la importancia, arrebatada injustamente, al lenguaje poético que, como los surrealistas y simbolistas sabían bien, está basado fundamentalmente en las metáforas e imágenes. Sea cual sea el tipo de verso, estas herramientas “son fundamentales en el trayecto hacia lo axial, pues solo a través de ellas es posible “hacer poroso el lenguaje y trascenderlo con suma sencillez y complejidad, hasta expresar el núcleo inefable que se esconde tras las múltiples capas”. Nos recuerdan (con razón, porque muchos lo estaban olvidando) que “la poesía no describe, sino que verbaliza en imágenes, recoge el alma, el fuego primigenio, y nos los entrega en su total latido, a través de símbolos”.
Este movimiento, que cuenta con poetas premiados internacionalmente, impulsa también la idea de que la poesía “rompe el laberinto del tiempo, es un latido auténtico y debemos poder ser a través de ella”. Y, a juzgar por la buena acogida que ha tenido su primera iniciativa, la presentación del movimiento en la célebre librería Enclave, parece que muchos poetas se sienten ya representados por ese “poesía no eres tú” que pretende romper con el falso tópico de que todo vale en la poesía. En el evento, bajo el título de “La poesía será convulsiva o no será”, los poetas Izara Batres, Antonino Nieto Rodríguez, Brunhilde Román y Elisabetta Bagli, hablaron de las bases y la génesis del movimiento cronópico, recitaron, y pusieron al público en pie en más de una ocasión. Contaron con la presencia de otros poetas y artistas, como Julio Monteverde, Emilia Conejo, Alma Grau, Tania Rutz, Raquel Bernardino, Antonio Barnés, Sonia Losada o Pedro Mansilla, entre otros.
MANIFIESTO CRONÓPICO EN FAVOR DE LA POESÍA
La poesía no es prosa dispuesta en forma de verso.
La poesía no es un corsé ni unas fórmulas.
La poesía rompe el laberinto del tiempo, es un latido, es verdad y debemos poder ser a través de ella.
La poesía no es perecedera ni eventual, no se empequeñecerá para adaptarse a la sociedad, habrá que crecer para llegar a ella.
La poesía no se pliega a vacuidades ni se disfraza de ingenio barato.
Un poeta no es cualquiera que dice que lo es, un libro de poesía no es todo el que se publica bajo ese nombre.
Un texto en el que no existe un plano simbólico, ni un solo elemento de transfiguración que permita al conocimiento poético acceder “por irrupción, por asalto e ingreso afectivo a la cosa” (decía Cortázar), en el que no hay una sola “partícula” que trascienda el espacio y el tiempo para elevarse hacia lo inasible, solo vislumbrado a través de la intuición pura en fugaces ráfagas de sentido desligadas del continuo, no puede identificarse como poema.
La poesía no se centra en la descripción del bosque, sino que nos hace llegar la sensación que este bosque transmite. No le interesan los aspectos susceptibles de narración, sino gritar el alma, reconocerla, abrazarla, expresarla en pleno latido para ofrecérnosla viva, le interesa ese momento efímero en el que brilla la caricia del infinito y penetramos hasta la última capa de la materia o del ser para hacer nuestro su verdadero significado.
La poesía no nos describe la pena o el sufrimiento, los condensa en una imagen que nos provoca de súbito ese sentimiento y nos hace
comprenderlo, descifrarlo dejándonos atravesar por él.
La canción no tiene por qué ser poesía, el poema no tiene por qué ser canción.
La poesía no está al servicio de los poetas, los poetas están al servicio de la poesía.
La poesía no se reduce a cálculos
La poesía no es simple y tampoco farragosa
No hay poemas para niños y poemas para adultos.
Los niños tendrán derecho a conocer la verdadera poesía.
La poesía es la comunicación de lo inefable.
El trayecto poético es hacia el alma, hacia el núcleo, hacia lo axial,
La poesía buscará el verdadero sentido.
Las metáforas e imágenes son fundamentales en este trayecto hacia el fondo. Solo a través de esas herramientas del lenguaje poético podemos hacer poroso el lenguaje y trascenderlo con suma
sencillez y complejidad, hasta que logramos asir el núcleo que se esconde tras las múltiples capas, el alma de la cosa.
El poeta verbaliza en imágenes lo que siente, solo de este modo logra transmitir el corazón del sentimiento, no lo describe, recoge el alma y nos lo entrega a través de símbolos.
El símbolo será la unidad de síntesis y transfiguración de la poesía.
La poesía alcanzó sus más altas cotas de esplendor con el surrealismo, pues los movimientos experimentales no fueron en detrimento de su calidad, sino al contrario. Se trata de hacer ahora lo mismo y resucitar la poesía verdadera recuperando su fondo y su complejidad, su alma y su aliento, su originalidad, su desmesura, sus cualidades subversivas, su incendio y su bálsamo, para que nos exprese en todos los prismas, tiempos y espacios del ser.
La poesía es riesgo, aventurarse en lo desconocido, el poeta se crea, crece y se resignifica a través de la palabra poética.
La poesía nos devuelve a nuestra identidad esencial, convoca al Ser Salvaje cuya palabra sangra, salva o hiere.
El poeta trae la savia primordial, el sobrecogimiento, el temblor, el verbo no domesticado por las convenciones. De esta manera el poeta recibe acceso a un territorio de poder interior y autenticidad. Esto implica la búsqueda de un lenguaje que le provoque, que le interpele y a la vez le descubra ante sí mismo. La palabra rompe al poeta para volver a hacerlo nueva.
La poesía es el proceso de recrearnos en una identidad expandida.
La poesía es un portal que, a su vez, transforma al poeta en portal.
Las palabras, las imágenes, las metáforas respiran. Como tú, o como yo. Distribuyen cuerdas.
La poesía bucea en lo imposible de los hechos, boceta, si acaso, en los márgenes, no el suelo o el aire que nos ampara o modifica o suplanta, que también… sino el cuento infame –sordo ciego mudo- de lo vivo.
La poesía se vivirá, no se estudiará. No será académica. No será rap.
La poesía contendrá el mundo, abarcará el infinito, será convulsiva o no será.
Librería- editorial Enclave de libros