El acoso escolar –bullying- es una realidad aunque muchos centros escolares, fruto de la vergüenza o de la ignorancia a la hora de destapar o resolver estos casos, ponen todos sus empeños en negar que exista una situación así o la tapan, a sabiendas de lo que ocurre, cuando realmente estos esfuerzos deberían ir encaminados hacia otra dirección: hacia la de detectar, frenar y resolver estos episodios de violencia y acoso en las aulas.
A veces se detecta demasiado tarde, con consecuencias fatales para el que sufre acoso y secuelas graves para el centro que no ha sabido detenerlo. No significa que sea frecuente este comportamiento en docentes y escuelas, pero sí que es cierto que cada vez con más frecuencia aparecen casos de bullying en clase.
Bien cierto es que a veces este acoso traspasa las fronteras físicas y se cuela en espacios tan deliberados e ilimitados como es internet, a este hecho se le llama cyberbullying y puede ser tan o más perjudicial que el que se da en un entorno escolar.
La detección temprana de casos de bullying es determinante para evitar daños psicológicos severos que puedan asentarse de forma permanente. No hay que dejar que la frase de: “son cosas de niños” cale entre docentes y padres. Porque a menudo no son cosas de niños sino cosas que por sufrirlas de niño repercuten de adultos.
El primer error, sobre todo por parte de los gestores, directores o docentes del centro, es no aceptar que en su colegio pueda darse una situación así. En cualquier momento, en cualquier lugar, por cualquier motivo: porque el niño es diferente, o justamente porque no lo es; porque sus características físicas gustan, o porque no gustan, sea como fuere puede darse una situación de acoso y lo único en común es que la víctima no se pronuncia: sufre en silencio.
Incluso fuera del colegio y en edad adulta, por ejemplo, en las oficinas o en el trabajo se puede sufrir acoso. Y ya no por tener una edad adulta debemos soportar el peso del maltrato. Por lo que, continuamos diciendo que: el bullying existe en muchos ámbitos de la vida y el primer paso para frenarlo es aceptarlo y detectarlo.
Primero, dediquemos unas líneas a detectar el bullying:
-Situación de violencia de cualquier tipo: física, psicológica, vejaciones, insultos, amenazas, coacciones o aislamiento.
-Se da entre compañeros.
-Es reiterado en el tiempo.
-El agresor ejerce superioridad en la víctima y suele haber desequilibrio de fuerza física o psicológica entre los dos.
-La víctima se siente incapaz de defenderse por miedo, vergüenza o intimidación.
-A veces se ejerce en grupo y lejos de la mirada de agentes con autoridad tales como padres o profesores.
-La víctima suele pensar que si pide ayuda las represalias para/con su agresor serán más duras.
El acoso suele darse con mayor intensidad en los cursos de 5º y 6º de primaria, después va bajando la intensidad. Sin embargo el alumno que ha sufrido algún tipo de acoso, aunque sea el más mínimo o leve de ellos como el acoso verbal, llega a secundaria completamente aislado. El aislamiento es síntoma de que el alumno en cuestión ha pasado mucho tiempo sufriendo el maltrato y desprecio de sus compañeros.
El bullying suele empezar con acciones de baja intensidad. Como decíamos, primero se materializa en acoso verbal, en modo de insultos, motes, humillaciones, propagación de mentiras y rumores, acoso por teléfono, aislándolo de sus compañeros, etc. Si estos primeros indicios de acoso no se frenan el siguiente paso es la exclusión, el odio y repudio por parte del resto de compañeros, la no participación en actividades colectivas, etc. Esto deriva también en acoso psicológico y en el físico, que son los maltratos de más alta intensidad.
¿Cómo actuar en casos de acoso escolar?
Antes de tomar decisiones precipitadas o sin fundamento los docentes deben mostrarte vigilantes y cautelosos. La tarea del docente es la de identificar cualquier alteración que rompa el equilibrio del aula. El maestro debe conocer a sus alumnos, si acaba un curso escolar y no sabe cuáles son los puntos fuertes o débiles de cada uno de sus estudiantes algo debe estar haciendo mal. Todo maestro debe implicarse, al fin y al cabo es el que más tiempo pasa con el alumno, aun incluso más tiempo que los propios padres. Por tanto, antes de confirmar la existencia de acoso escolar entre alumnos hay que hacer un trabajo de campo previo:
- En el momento en el que el docente tiene una sospecha de acoso en el aula hay que comunicarlo al orientador o tutor de los alumnos.
- En caso de que diferentes profesores vayan a dar clase a los alumnos implicados estos docentes deben ser conocedores de la situación que se está dando entre los estudiantes para que no pasen por alto cualquier evidente señal de discriminación o violencia. También sería conveniente que el equipo directivo estuviera al tanto.
- Si hay señales evidentes de bullying se avisará a las familias.
- Cualquier paso que se dé en el momento de detección de acoso escolar debe recogerse en un informe.
- Es importante valorar los indicadores de intimidación y acoso entre el alumnado, por parte del que comete el acoso y por parte del que recibe, ambas partes son susceptibles de inminente actuación.
- Una vez se confirman las sospechas de acoso y la familia está avisada de que su hijo ejerce/recibe bullying deberá comenzar el proceso de asesoramiento entre padres, niños, equipo directivo y tutores.
- Todo centro debe contar con protocolos y planes de actuación que, con la colaboración del inspector del centro, dará pautas tanto al acosado como al acosador.
El apoyo de los padres y docentes en caso de acoso es clave. Todavía hoy el principal problema es que los padres no dan importancia a los problemas del niño por el mero hecho de que lo que ocurre entre ellos “son cosas de niños” y ni si quiera pueden darse cuenta de la magnitud que algunos hechos o palabras pueden tener en ellos.
Padres y docentes deberían dar más importancia al asunto y no culpar a la víctima, ni si quiera incitar a que plante cara al acosador, “pues pégale tú más fuerte”, es una de las frases más pronunciadas por padres como solución al problema. Violencia no se soluciona con más violencia y el bullying puede llegar a ser un círculo vicioso muy dañino.