LA OPINIÓN DE. . . JOSÉ VÍCTOR ORÓN SEMPER
Nacido en Valencia y residente en Navarra, escolapio, grupo Mente-Cerebro (ICS) UNAV (Universidad de Navarra). Doctor en Educación por la Universidad de Navarra. Licenciado en Estudios Eclesiásticos en el año 2001 por la facultad de Teología San Vicente Ferrer, Valencia. Ingeniero Superior de Caminos Canales y Puertos en el año 1997 por la Universidad Politécnica de Valencia. Máster en Neurociencia y Cognición por la Universidad de Navarra. Máster Internacional en Bioética por la cátedra Jerónimo Legeune. Profesor en educación secundaria obligatoria y Bachillerato. Autor del programa UpToYou, proyecto para la educación emocional del adolescente. En LA OPINIÓN DE… Nos habla sobre términos y mentalidades. Agradecer
Dice el refrán: “Es de bien nacidos ser agradecidos” y eso es verdad, pero ¿eso expresa correctamente el sentido de qué quiere decir “gracias”? ¿Es suficiente entender el agradecimiento como un acto de justicia? ¿El efecto esperable del agradecimiento es la cortesía, la urbanidad o el respeto?
Pongamos un par de ejemplos. Un cliente va a un restaurante, se sienta a la mesa y el camarero le sirve la comida. El cliente dice “Gracias”, el camarero dice “de nada”. Me sorprendió la primera vez que subí a un autobús londinense y todo el mundo le decía al conductor mientras bajaba “gracias”. 20 personas bajando, 20 “gracias”. ¿Por qué decir gracias?
Por otro lado, si uno va a una máquina expendedora de comida, cuando sale lo que ha seleccionó no dice “gracias”. Aunque curiosamente los que fabrican las máquinas sí que las programan para decir “muchas gracias”. Tal vez sea para humanizar un poco las máquinas. Pero, si es para humanizarlas, ¿Qué es decir gracias al estilo humano? ¿Muestran agradecimiento por igual las personas que los animales? ¿Quién no ha visto esos videos enternecedores de animales que “dan gracias” a personas que les han tratado bien?
Me gustaría decir que dar gracias no es un mero acto de justicia. El cliente del restaurante va a pagar por el servicio que recibe y el camarero recibirá su salario por su trabajo. A nivel de justicia, diríamos que está todo pagado. Así pues la mera justicia no explicaría que se dijera gracias. Otros podrían pensar que es por urbanidad o por costumbre. Ese motivo también es pobre, incluso puede perder sus posibles buenos beneficios. Creo que todos conocemos a personas que son extremadamente urbanas, bien educadas y sonrientes, pero que convierten la urbanidad en una barrera que impide el acercamiento personal. De tan educadas que son, acaban siendo asquerosamente educadas. Quien vive en ese formulismo acaba por entrar en tristeza por la falsedad de la urbanidad. Así que, como no dotemos a la urbanidad de algo mayor, mejor dejarlo estar.
Hemos rechazado ya la mera justicia y la urbanidad para explicar el agradecimiento humano. ¿Valdrían las emociones para dar gracias? Un perro mueve la cola cuando ve a su dueño coger la correa. ¿Por qué? Porque el contenido emocional de la experiencia de bajar a la calle, asociada al ritual previo de tomar la correa, le da un significado al hecho y expresa una emoción por lo que luego va a pasar. Sería un agradecimiento que sólo muestra que se ha comprendido el contenido emocional de la experiencia, pero propiamente no se está agradeciendo nada. En cambio, vemos otros momentos en los que parece que el animal hace algo parecido al agradecimiento porque no aparece una intención, sino que simplemente es porque ha visto a su dueño. No niego que eso sea agradecer, pero es agradecer al modo animal. En tal caso, el agradecimiento va ligado a la emoción, a la emoción del encuentro. Y, por tanto, ¿qué sentido tiene agradecer si no hay una emoción agradable? El ser humano, ¿Sólo da gracias cuando vive emociones placenteras? En el animal, ¿Qué añade el agradecimiento a la emoción de placer?
¿En qué momentos encontramos que el ser humano da gracias sin quedar meramente atrapado por la emoción placentera? ¿Qué significa dar gracias por la vida? o ¿Qué significa dar gracias por una experiencia dolorosa? El cliente, al decir gracias, tampoco hace falta que lo haga con especial efusividad. Entonces, ¿es solo urbanismo?
Ciertamente, las personas agradecidas disfrutan de un mayor bienestar. La lista de beneficios por ser agradecido es larga según los estudios: Permite hacer una lectura unificada de la historia personal y correlaciona positivamente con la expresión positiva de afectos y con la satisfacción con la propia vida. Las personas agradecidas se sienten orgullosas de su vida, esperanzadas, inspiradas, tendentes a perdonar e ilusionadas; están más desligados del materialismo y presentan ausencia de mecanismos compensatorios. Pero esto sigue sin explicar por qué agradecer, ¿Sólo por los efectos positivos?
Ciertamente agradecer es una experiencia placentera, aunque la gama de sentir placeres en el ser humano es mucho más amplia que en el animal, pero una cosa es que agradecer sea placentero y otra cosa es que, por ser placentero, agradezcamos. Si no hay motivos para agradecer, no tiene sentido agradecer y el placer no puede ser motivo, pues es efecto y no causa.
Para UpToYou, se agradece o se perdona a alguien porque se le reconoce como persona. Eso es todo. Habría que explicar cómo se entiende el término persona. Este término lo tomamos de un filósofo llamado Leonardo Polo, que decía que ser persona es ser “el cada quién” o ser “más” o “además”. Una silla no es persona porque todo lo que es, lo es en su presencia. Por eso, si dos sillas son iguales en su presencia y ellas solo son su presencia, las puedo intercambiar. Pero dos personas, aunque sean gemelas, no las intercambiamos porque la persona es “más” que su presencia. La persona es el ser que no se agota en su presencia. Al decirle al camarero “gracias”, le estamos diciendo “tú eres más que tu trabajo”, pero también decimos “esta relación de cliente-camarero no agota lo que somos. Nosotros somos más, somos personas”. Así pues, al reconocer al otro como persona, el agradecido se entiende a sí mismo como persona. Este es el acontecimiento del agradecimiento humano. Y esto ya no lo hace un animal porque el animal queda ligado a la presencia y al presente. Para el animal, la emoción agradable de las experiencias pasadas es la causa de su expresión comportamental agradecida. Pero el corazón del agradecimiento humano, sin tener por qué negar ni confirmar la experiencia del animal, está en reconocer al otro como persona.
El agradecimiento humano supera con creces la justicia retributiva, el formalismo y la emoción. Enseñar a vivir agradecidamente es enseñar a descubrir que el otro es persona; pero esto no se enseña instructivamente, sino vivencialmente. Trata a tu hijo/alumno como persona; eso le permitirá descubrirse como persona y vivir como persona. En cambio, es triste ver cómo el adulto da gracias cuando habla con otro adulto, pero en cambio, no hace lo mismo cuando habla con un niño. Parece que el niño o joven, cuando hace algo, lo hace como debe hacerlo porque se le ha indicado. El adulto no le da gracias, probablemente guarde silencio o puede que todavía diga “muy bien hecho”, generando un aprecio condicionado a la obediencia. En tal caso, el adulto, al no decirle gracias, no le está tratando como persona y con ello niega su propio carácter de persona. Cuando el niño sea joven y tenga fuerza y devuelva el trato objetual al padre/profesor, no debería enfadar a nadie.
Cuando decimos que la persona no se agota en su presencia, no significa simplemente que la persona puede cambiar. También un perro puede cambiar y mucho, pero el perro queda agotado en su presencia. La persona no está agotada en su presencia porque tiene “intimidad” o “interioridad”, lo cual le permite tener relaciones de intimidad a intimidad en un encuentro único interpersonal como no puede tener otro ser. Al dar gracias, reconocemos que el otro tiene intimidad e interioridad.
Para acabar, os propongo una comprensión del agradecimiento inspirándome en Winnicott, psicoanalista de renombre. El corazón del agradecimiento no es dar gracias cuando el otro me da lo que le pido, sino sorprenderse porque el otro me da lo que necesito sin haberlo pedido.
Tras descubrir que el agradecimiento nos hace ser más persona valdría la pena que nos preguntáramos ¿Tu qué puedes ya agradecer? ¿Lo has encontrado? Ves y díselo. Ánimo.