JOSÉ VÍCTOR ORÓN SEMPER
LA OPINIÓN DE. . . JOSÉ VÍCTOR ORÓN SEMPER
Nacido en Valencia y residente en Navarra, escolapio, grupo Mente-Cerebro (ICS) UNAV (Universidad de Navarra). Doctor en Educación por la Universidad de Navarra. Licenciado en Estudios Eclesiásticos en el año 2001 por la facultad de Teología San Vicente Ferrer, Valencia. Ingeniero Superior de Caminos Canales y Puertos en el año 1997 por la Universidad Politécnica de Valencia. Máster en Neurociencia y Cognición por la Universidad de Navarra. Máster Internacional en Bioética por la cátedra Jerónimo Legeune. Profesor en educación secundaria obligatoria (ESO) y Bachillerato. Autor del programa UpToYou, proyecto para la educación emocional del adolescente. En LA OPINIÓN DE… Nos habla sobre responsabilidad, vinculada con otra palabra, la de libertad. Estos dos términos, ligados estrechamente, muestran que el modo en que se entiende una depende a su vez de cómo se entiende la otra.
“¡Espabila, ya eres responsable!”. Los padres dirigen con frecuencia frases similares a estas a sus hijos, pero ¿qué estamos diciendo con esa exclamación? O más importante todavía, ¿qué está escuchando el hijo o hija cuando se le dice eso? ¿Cómo entendemos la responsabilidad? La diferencia en el desarrollo hace que una cosa sea lo que el padre o madre entiende por responsabilidad y otra cosa lo que el niño o adolescente entiende. Para profundizar un poco en qué ocurre en la mente del niño o adolescente hay que fijarse también en otra palabra: libertad. Se sabe que este término está estrechamente ligado al de responsabilidad, de forma que el modo en el que se entiende una depende de cómo se entiende la otra.
La forma de entender la libertad y la forma de entender la responsabilidad se corresponden. Quien entiende que la libertad te libera de ciertas cargas y te permite lograr lo que realmente quieres, es propenso a entender la responsabilidad en términos legales. Es decir, si algo sale mal se le va a pedir cuentas al considerado como responsable. En ese caso ser responsable es una carga de la que la libertad libera. Ser libre es ser libre de la responsabilidad: “Hago lo que quiero y nadie me pide cuentas”.
Por otro lado, quien entiende que la libertad posibilita que uno pueda entregarse personalmente es propenso a entender la responsabilidad en relación a la agencia personal. Es decir, ser responsable es la posibilidad de desarrollar la agencia y ser autor de mis propias acciones. En ese caso, ser responsable es la posibilidad de hacer real mi libertad y permite la entrega personal.
Así pues, la libertad puede entenderse ligada a la legalidad o a la agencia-autoría. Si la responsabilidad es una cuestión legal sobre a quién se le imputan las faltas, entonces libertad y responsabilidad son contrarias. “Soy libre cuando no soy responsable”. Si la libertad es cuestión de agencia, ocurre entonces que libertad y responsabilidad se requieren y no existe una sin la otra.
Así pues, cuando el niño escucha “¡Sé responsable, hijo/a!” Podrá entenderlo bien como una carga que no le deja ser libre o bien como lo que le posibilita ser libre. ¿Te has preguntado cómo entiende tu hijo/a tus palabras?
Lo que sostengo es que el padre o madre que entiende la responsabilidad en términos legales es aquel que piensa que hay que educar a los niños para ser responsables. Por otro lado, el padre o la madre que entiende la responsabilidad ligada a la agencia, no habla de aprender a ser responsables, sino de ser más lo que ya se es. ¿Eres tú de los que piensan que hay que educar para ser o educar para ser más?
Pues bien, sostengo que no tiene sentido hablar de educar para ser, sino para ser más. Ser responsable no es un acto voluntario. No se decide ser responsable. Sé que esto suena extraño, pero la misma etimología de la palabra nos ayuda a entender esta postura. El vocablo responsable guarda relación con dar respuesta. Se es responsable de nuestras respuestas. Ser responsable es dar razón de las propias respuestas. Y, para responder hace falta que exista una pregunta. En este caso, la pregunta es la presencia de alguien. “Cada vez que veo a una persona, que le miro a los ojos, su rostro, -decía Lévinas- es como si me preguntara”. Me pregunta “¿Qué vas a hacer conmigo?” Y esta pregunta no admite una no-respuesta, pues el silencio ya es respuesta.
Si alguien te pregunta los ríos de España y no respondes, puede haber una falta de respuesta. Sin embargo, cuando el rostro del otro te pregunta, no hay forma de sustraerse a la pregunta ni a la respuesta. Una carta no contestada es una carta contestada. No hay asepsia ni neutralidad en las relaciones personales. Bueno, en realidad sí existe una forma para no ser responsable: ¡arráncate los ojos para no ver su pregunta, su rostro! Porque si le ves, ya tiene la pregunta y no se puede no-responder. Por eso, en este sentido, no se puede educar para ser responsable, porque ya se es. Podemos educar para ser más, pero no en el sentido de responder más, sino de dar respuestas de mayor calidad que nos ayuden a todos.
Dar cauce a la agencia del niño le permite a éste dar su respuesta. Si el niño se limita a obedecer lo que dicen los padres, crecerá con una responsabilidad atrofiada, como una pierna que está siempre escayolada, porque no puede desarrollar la actividad que le es propia. La estricta obediencia impide el desarrollo ético. Si de tu hijo esperas mera obediencia, le atrofias en el desarrollo de su responsabilidad. Y cuando llega a los 18 años le lanzas a una responsabilidad legal y le dices: “Hijo/a, a partir de ahora, si la fastidias, es cosa tuya. Tú serás el/la que va a la cárcel”. Y por eso, ser libre será liberarse de la responsabilidad.
Si al niño, luego al adolescente, le ayudas en el ejercicio de su agencia, aprenderá a crecer en su responsabilidad, dando cada vez una mejor respuesta, una respuesta que ayude más a todos. Pero no solo eso, sino que el joven recibirá con gusto ser responsable y no lo entenderá en oposición a la libertad, sino como la posibilidad de vivir como libre.
Cuando se trata este asunto, siempre aparece alguien que querrá hacer de conciliador entre las dos propuestas y pensará que se trata de dos formas de entender la responsabilidad y que habría que sumarlas. No es esa la postura que sustento. Desde la legalidad no se pasa a la agencia. Sin embargo, desde la agencia la legalidad es un corolario lateral. Educar en la legalidad es educar en la clave del premio y el castigo (de estos términos trataremos posteriormente), pero basta decir ahora que estos no promueven la agencia.
Dicho todo lo anterior, te invito a que la próxima vez que vayas a decir “Hijo/a, sé responsable”, te preguntes antes qué es lo que realmente quieres decir.