Términos y mentalidades: Sufrimiento.

LA OPINIÓN DE. . . JOSÉ VÍCTOR ORÓN SEMPER

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Nacido en Valencia y residente en Navarra, escolapio, grupo Mente-Cerebro (ICS) UNAV (Universidad de Navarra). Doctor en Educación por la Universidad de Navarra. Licenciado en Estudios Eclesiásticos en el año 2001 por la facultad de Teología San Vicente Ferrer, Valencia. Ingeniero Superior de Caminos Canales y Puertos en el año 1997 por la Universidad Politécnica de Valencia. Máster en Neurociencia y Cognición por la Universidad de Navarra. Máster Internacional en Bioética por la cátedra Jerónimo Legeune. Profesor en educación secundaria obligatoria y Bachillerato. Autor del programa UpToYou, proyecto para la educación emocional del adolescente. En LA OPINIÓN DE… Nos habla sobre términos y mentalidades. Sufrimiento.

Hay quienes piensan que hay que aprender a sufrir; hay quienes piensan que es mejor evitar sufrimientos. En UpToYou pensamos que el sufrimiento no se explica a sí mismo, luego no tiene sentido preguntarse sin más si es mejor aprender a sufrir o evitar el sufrimiento. Además, aunque parezca asombroso, tampoco está claro qué queremos decir cuando decimos “sufrir”. Pensemos en un sufrimiento muy básico, el dolor. Usamos el término dolor, por ejemplo, cuando recibimos un golpe y, en ese caso, parece que se distingue del término sufrimiento. Pero, de forma metafórica, podemos usar también el término dolor como un sinónimo de sufrimiento. No obstante, esa división es bastante artificial e incluso irreal, ya  que hasta el dolor más básico, como el de un niño que se cae y se golpea contra el suelo, tampoco está tan claro que se distinga del sufrimiento. Veamos la razón.

En UpToYou decimos que el mundo no tiene significado de por sí, sino que adquiere un significado concreto por la forma en que el mundo se inserta en las relaciones personales (ver término significado). Por el término mundo no nos referimos simplemente al mundo exterior a uno mismo, sino también a uno mismo. Uno mismo es, de alguna forma, parte del mundo. Luego lo que significa caerse y darse un golpe y sentir dolor tampoco tiene significado de por sí. ¿Cómo se inserta esa experiencia en las relaciones personales del niño? Si ante una situación de ese tipo, la madre o el padre reaccionan de forma nerviosa, exagerada y sintiéndose superados, el niño vivirá esa experiencia como algo especialmente doloroso. Si, en cambio, el comportamiento de la madre o el padre es tranquilo, atendiendo la herida sin sentirse superado, el niño pensará que esas cosas son cosas normales de la vida y no tendrá esa sobrecarga de dolor/sufrimiento. Luego ni el dolor más básico tiene sentido de por sí, sino que su significado depende de cómo se inserte esa experiencia en las relaciones interpersonales. Y eso es más cierto cuanto más subjetivo y menos corporal es el dolor o sufrimiento.

¿Cuál es el sufrimiento de un suspenso para un niño, la pérdida de trabajo para un adulto o el fallecimiento de un familiar? Nunca conseguiríamos construir un “tristómetro”.

Así pues, todo sufrimiento remite a un mundo de significado del cual toma su carga emocional. El tema está en que, mientras no hay quebranto del significado, no se vive el sufrimiento. Imagina que una persona le ha dado a su trabajo el significado de asegurarle su imagen social como una persona independiente y resolutiva que ha sabido sacar adelante su vida. Mientras mantenga el trabajo, el significado atribuido al trabajo no es puesto a prueba e incluso esa persona puede revestir ese significado de otros muchos, como el del trabajo como servicio social, y tener sus momentos de altruismo. Pero ese significado segundo, el de servicio social, ¿Es un significado real o un significado atribuido? El sufrimiento pondrá a prueba, a la par que manifestará, el verdadero significado que esa persona da a la realidad, en este caso al trabajo.

En ocasiones, o en muchas ocasiones, cada uno verá, atribuimos muchos significados a la realidad, bien sea porque ansiamos ver nuestros deseos cumplidos, o por cumplir las expectativas de los demás. Una persona puede creerse que está trabajando por hacer un servicio social simplemente porque desea que sea así o porque en el entorno donde está se dice que hay que vivirlo de esa forma, y puede ser que todo eso sea un completo y auténtico fake. El sufrimiento pondrá a prueba ese significado y, analizando ese sufrimiento, la persona podrá ver entonces si era un significado atribuido o fruto de una experiencia real.

Hoy en día existe el engaño de pensar que creerse algo conlleva que ese algo exista. Las personas que lo hacen creer en verdad son inflaglobos que se aprovechan de la desorientación de la gente y le dicen frases como: “la actitud es lo que cuenta”, “lo que tú quieras es lo importante”,… Al hablar así, se acaba pensando que la persona, sin referencia a nada más, puede crear significado y eso es totalmente falso. Las frases anteriores cambian si se dice “la actitud cuenta” o “lo que tú quieras es importante”. En esta segunda versión, las frases ya no son inflaglobos pues ciertamente hay elementos subjetivos, como la actitud o la voluntad que uno tenga, que afectan al significado, aunque no de forma aislada. Hoy en día existen muchos vendedores de humo que inflan el globo de las expectativas con ilusiones vanas, aprovechándose de la crisis de sentido que alguien pueda vivir. En youtube y en charlas TED encontrarás a muchos de ellos.

La consistencia de nuestros significados es puesta a prueba en el sufrimiento y así muchos significados inconsistentes quedan al descubierto, evidenciando la mentira en la que vivíamos. Reconocer esa mentira en la que se vivía aumenta el sufrimiento y vuelve a aumentarlo más el ver que no se sabe qué hacer, pues el problema no ha sido vivir con un significado incorrecto, sino darnos cuenta de que lo habíamos construido nosotros. Por ejemplo, uno puede pensar que actúa por un servicio a los demás y en un momento las circunstancias prueban la consistencia de tal disposición porque ve como sus planes de servicio se rompen (Ej, querer ayudar a alguien y ese alguien rechaza la ayuda). Si en ese momento la persona se pone a defender su proyecto y no a las personas que decía servir se evidencia que en verdad no estaba haciendo ningún servicio. La crisis no es sólo darse cuenta de que uno se buscaba a sí mismo en tal servicio y en verdad estaba instrumentalizando a los demás, sino que uno mismo ha sido constructor de tal mentira.

En un niño, el sufrimiento también rompe su mundo de significado, pero el niño no cree que el significado lo haya construido él o ella. Por ello, si vive el sufrimiento en medio de un ambiente de cariño familiar, no es tan problemático descubrir la inconsistencia de sus significados, porque la realidad será resignificada en la cálida relación familiar.

Pero cuando el adulto descubre que el significado roto por el sufrimiento, en verdad había sido construido por el mismo adulto y no por la relación de calidad, entonces el sufrimiento es mayor, pues además de descubrir la inconsistencia del significado, no sabe qué puñetas hacer para salir de la situación de sinsentido, pues sabe que sería tremendamente absurdo inventarse un nuevo sentido.

Tristemente eso de inventarse un nuevo sentido es lo que hacen ciertos psicólogos y terapeutas y con ello entretienen a la gente yendo de significado fake a significado fake.

El sufrimiento muestra, según el caso, la inconsistencia, la falsedad o la pobreza del significado, lo que no quiere decir que uno sea culpable de haber construido así el significado. No somos culpables cuando nos hemos equivocado en interpretar la realidad, pero nos sentimos culpables cuando descubrimos que nosotros hemos proyectado el significado a la realidad y entonces uno descubre que sufre por haber querido manipular la realidad. Lo he presentado como una alternativa entre dos casos, pero eso es una exageración que no se corresponde con la realidad, sino que lo normal es que haya un poco de significado real y otro poco de proyección nuestra. Pero hay que saber que es la segunda opción la que hace especialmente doloroso el sufrimiento, pues uno descubre que se ha estado empeñando en construir un mundo de significado que no existía.

Hasta ahora he comentado dos tipos de sufrimientos: el sufrimiento inocente y el sufrimiento doloso, que tiene mucho que ver con nuestra forma de interpretar la realidad, pero falta un tercer tipo de sufrimiento, que es el sufrimiento del inocente. Este tercer sufrimiento es el más difícil de todos pues el sufrimiento inocente es el sufrimiento típico del crecimiento, el sufrimiento doloso se cura con humildad, pero el sufrimiento del inocente es el sufrimiento absurdo donde no se ve por dónde puede crecer la persona ni tiene que ver con ser humilde o no. El sufrimiento del inocente, el sufrimiento absurdo o como se le quiera llamar, es el problema del mal en el mundo, que es la única razón de ateísmo que merece la pena considerar como una razón de peso.

No es lo mismo que tu hijo muera porque fue sorprendido por un tornado o que muera de hambre en un mundo obeso. En los dos casos muere el hijo, pero en el segundo la muerte es absurda. Ni siquiera sé bien qué escribir para tratar el tema del sufrimiento del inocente o del sufrimiento absurdo, pues toda explicación del mismo me parece una falta de respeto hacia aquel que vive tal sufrimiento, pues ninguna explicación (esfuerzo por dar significado) resultará satisfactoria. El sufrimiento es absurdo y lo absurdo no se puede justificar. Detrás de cualquier explicación (insisto, toda explicación es un intento de dar significado) siempre se puede decir: “Sí, de acuerdo, pero ¿Por qué tuvo que pasar?”. Toda explicación se estrella ante el absurdo. Aquí, o nos abrimos a la confianza por encima de la evidencia o perecemos en el absurdo. Y la confianza (ver término) siempre es confianza en otro.

Un paréntesis: La llamada confianza en sí mismo es un derivado de la confianza en otro. Confiar en sí mismo sin más es otro inflaglobos que los vendedores de humo potencian. Pero ese globo tarde o temprano pinchará y, entonces, el dolor será grande porque uno se dará cuenta de haber vivido en una falsedad que él o ella había creado.

Regresando al tema de que en el sufrimiento absurdo sólo se crece si se entra en confianza en otro, habrá que preguntarse quién es ese otro. Hay tres opciones: que sea otra persona, el mismo otro que falleció (siguiendo el ejemplo del hijo fallecido) o que sea El Otro, es decir, Dios. Las tres opciones no son excluyentes entre sí, al revés, juntas se entienden mejor. Ante el sufrimiento del hijo muerto absurdamente (pongo este ejemplo como paradigma del sufrimiento absurdo, pero hay muchos más) cabe vivir ese dolor descansando en la relación con otras personas que nos quieren, afirmando el amor sobre el hijo perdido de tal forma que la muerte del hijo no conlleva la muerte del amor al hijo, y/o confiando en que Dios sabrá mantener la relación que Él mismo creó.

Los tres sufrimientos tienen en común que rompen el significado y evidencian que es necesario que se alcance una nueva significación. O lo que es lo mismo, que aprendamos a relacionarnos con los demás de una nueva forma. En tal caso, el sufrimiento es la antesala del crecimiento y de la mejora de la relación interpersonal.

Ahora correspondería hacerse la pregunta educativa de ¿Cómo aprender o cómo enseñar a vivir el sufrimiento? O si queréis lo puedo plantear de forma más drástica: ¿Cómo prepararse para morir? Pido disculpas si alguien se asusta al leer esta última pregunta, no es mi intención.

La respuesta es aparentemente sencilla: Uno aprende a sufrir descubriendo que todo significado es provisional.

Por un lado, habría que decir que aprender a sufrir no es aprender a aguantar el sufrimiento o a saber compensar el sufrimiento con los momentos agradables. Aprender a sufrir es aprender a usar el sufrimiento para el crecimiento personal, que es lo mismo que la mejora de las relaciones interpersonales; por otro lado, descubrir que todo significado es provisional es descubrir que toda comprensión de la realidad es siempre incompleta. Esto pide aprender a cuestionar nuestras propias claridades. Que lo que considero obvio no es tal. Aprender a cuestionar las propias creencias implica reconocer que ellas mismas no son absolutas.

El problema está en que tanto cuestionamiento genera una inestabilidad muy grande. Pues si uno cuestiona lo que cree saber es como si le quitaran el suelo por donde pisa. Por ello, es necesario que al mismo tiempo que se cuestiona todo significado, se afirme algo. Lo único que cabe afirmar es la relación interpersonal, pues la relación antecede al significado. La relación crea el significado y con ello la misma relación queda significada, pero la afirmación de la relación antecede incluso a la significación de la relación.

Si un niño aprende que ninguna significación ni ninguna ruptura de la significación cuestiona la relación interpersonal, puede preverse con fundamento que ese niño aprenderá a sufrir, es decir, aprenderá a usar el sufrimiento para su crecimiento personal y el de la relación.

¿Dónde se aprende esto? El primer sitio que me viene a la cabeza (seguro que hay muchos más) es en las discusiones. Cuando dos hermanos discuten por lo que el otro le ha hecho o dejado de hacer, cuando dos cónyuges o dos compañeros de trabajo o dos familiares… discuten, al final, ¿Con qué nos quedamos? Nos quedamos con nuestra razón (nuestro mundo de significado) aún a costa de perder la relación o nos quedamos con el otro, aunque eso suponga perder nuestra preciada razón. Aprender a quedarse con el otro y no con la razón de uno es el día a día de aprender a sufrir. Si eso lo aprendemos a hacer en las pequeñas cosas, no es que se garantice, pero sí se puede prever con fundamento, que también se podrá vivir de esa forma cuando ocurran las grandes cosas.

Educacion.press

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