A las 16.20 horas, los pasillos del Colegio Público Santa María, situado en el barrio madrileño de Embajadores, comienzan a revolucionarse. Unos 70 chavales de seis a 17 años acuden a esta hora a DaLaNota, un programa gratuito e inclusivo donde aprenden música, canto o expresión corporal y reciben apoyo escolar y social. Ayer la plataforma Redomi, que desarrolla este curso en colaboración con la Obra Social La Caixa, recibió uno de los diez premios de la entidad a la Innovación y Transformación Social 2017.
La mecánica es sencilla. De lunes a jueves y durante una hora y media, los chicos trabajan, en la primera mitad de la clase, agrupados por instrumentos. Gabriela tiene nueve años y toca el violonchelo. Le gusta venir porque «los profesores tienen experiencia y lo explican todo de forma que se entiende». Y como el resto, dice disfrutar de la música y de conocer gente nueva.
Salma, de nueve años, toca el trombón y reconoce un poco tímida la dificultad de algunas posiciones mientras repasa el Aleluya de cara a su próxima actuación. Ayoub, de 10, está encantado de ser uno de los fichajes más recientes. Aprende viola junto a Alexandra, de siete años, y Jorge, de ocho. Y los tres demuestran sus habilidades con un pizzicato de El zancudo loco.
Los aprendices de contrabajo recuerdan hoy por qué deben fijarse en sus dos manos mientras tocan y cuidar siempre la postura de la espalda. Para terminar, los estudiantes de violín repasan El lago de los cisnes. Leo, de 10 años, explica: «Aquí es más fácil que en el conservatorio porque aprendemos música, pero también hacemos otras actividades».
En la segunda mitad de la clase toca intervención socioeducativa grupal. Ya cerca del final de curso, trabajan en un proyecto común, que elegirán entre todos, para mejorar el barrio. Surge una interesante pregunta, ¿es un insulto hablar del color de la piel de alguien? Pero compartiendo sus diferentes puntos de vista resuelven entre ellos la cuestión.
El 80% de los beneficiarios de DaLaNota son niños en riesgo de exclusión social. La mayoría viene del propio centro y de la zona de Lavapiés. Y los instrumentos que utilizan son donaciones. El equipo del proyecto está integrado por 13 trabajadores y 10 voluntarios que incluyen músicos, trabajadores sociales, gestores culturales o responsables de comunicación, contabilidad y logística. Para rematar, los chavales ofrecen conciertos y espectáculos todos los meses. Este jueves tocarán en el Hospital Gregorio Marañón, el sábado en Matadero, el 28 de abril en la Casa do Brasil y el 9 de junio en el Teatro Nuevo Apolo.
«Cuando un niño empieza algo nuevo, que además no tiene un final definido, es un camino súper personal y completamente infinito», cuenta Marga Gutiérrez, psicóloga del programa. «Se expone a situaciones en las que tiene que ser paciente, comprensivo, exigente, constante, cuidadoso con el material y los compañeros, gestionar la frustración de que no te salga algo o disfrutar del primer momento del día en el que hace algo que se le da bien. La música despierta la atención, la memoria y la psicomotricidad: es una especie de pegamento para todo lo demás. Y es una excusa para tenerlos en pequeños grupos y practicar maneras de relacionarse o gestionar situaciones conflictivas que ocurren en el día a día», concluye.