El uso indebido del smartphone en el aula podría ser un síntoma de adicción a las TIC, pero en lugar de prohibirlos en los centros educativos, el profesorado tendría que aprovecharse de ellos y utilizarlos como aliados a la hora de enseñar a los estudiantes, haciéndoles partícipes de los contenidos. Esta constituye una de las propuestas del Estudio e intervención sobre la adicción a la tecnología y las pantallas en adolescentes, realizado por David Gimeno Martín y dirigido por Oscar Farrerons Vidal, como trabajo final del Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas de la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC).
Para realizar el estudio, Gimeno ha realizado una investigación documental sobre el tema, ha aplicado encuestas a 63 estudiantes del tercer curso de ESO de un instituto público de la provincia de Barcelona, ha entrevistado a Miquel Àngel Prats Fernández, director del Grado en Educación Infantil de la FPCEE Blanquerna de la Universitat Ramon Llull, y ha ideado una propuesta educativa que invita a los propios estudiantes, guiados por los docentes, a crear contenidos educativos en vídeo que puedan ser vistos en las plataformas móviles.
«La adicción a las TIC es mucho más común de lo que la gente imagina. La mayoría de los alumnos encuestados respondieron afirmativamente a favor de las conductas relacionadas con el uso abusivo del smartphone. De hecho, un tercio de ellos se consideró abiertamente adicto a las TIC, mientras que el resto lo negó a pesar de presentar conductas a favor del uso abusivo de dichas tecnologías», ha detallado Gimeno a Educaweb, quien además considera que el uso indebido del smartphone en el aula no puede atribuirse únicamente a un problema de adicción a los dispositivos, sino también a una falta de adaptación a la forma que tiene esta nueva generación de asimilar la información y entender el mundo.
Por ello, entre las principales conclusiones de su investigación destaca que, ante el uso indebido de los dispositivos móviles en el aula, los centros educativos deberían actuar de una forma preventiva: informando debidamente a los responsables del alumnado ante un posible caso de adicción y educando sobre el uso responsable de las TIC mediante la adaptación de contenidos educativos a los móviles, algo que además favorecerá la comprensión e interés hacia los conocimientos.
Para llevar a cabo dicha prevención, hay que tener en cuenta las características que definen a la nueva generación de jóvenes, entre las que destacan la multitarea, la creación de contenido y el dinamismo en la transmisión de información. «Es precisamente mediante actividades que requieren el uso responsable del smartphone en el aula que se consigue educar en favor del uso responsable de las TIC, previniendo a su vez los casos de adicción y favoreciendo además la atención y aprendizaje de los alumnos», explica Gimeno en su estudio.
¿Y qué piensan los estudiantes sobre el uso del móvil en clase?
Los resultados de las encuestas revelan que los estudiantes encuestados reconocen que realizan un uso indebido de este dispositivo electrónico por temas que podrían estar relacionados tanto con un problema de adicción como con un problema de gestión del uso responsable del mismo en clase.
De acuerdo con el estudio, el 95,2 % del alumnado considera que la utilización del móvil en los centros educativos es necesaria; el 90,5% cree que es bueno el uso de aplicaciones educativas en las aulas, y el 65,1% cree que en los institutos se debería educar sobre el uso responsable del móvil.
Sin embargo, la mayoría de los encuestados reconoce que emplea el móvil de una forma irresponsable en clase: el 69,8% desvela que lo utiliza para distraerse mientras explica el profesor; y el 46%, que lo utiliza para resolver exámenes. Asimismo, prácticamente por unanimidad, el 95,2% cree que no debería prohibirse el uso de teléfonos móviles en los centros educativos.
También se ha confirmado que el móvil con internet es el dispositivo más utilizado entre los jóvenes de 14 a 16 años, y que la mayoría (el 69,8 %) suele dedicarle 3 horas o más al día para ocio, entretenimiento y redes sociales. Este uso se concentra principalmente en aplicaciones como Instagram (76,2%) y WhatsApp y YouTube (57,1%).